Cinco de la mañana,
hora de la partida,
sin un adiós,
sin una despedida.
Atrás quedaron, mis recuerdos,
infantiles rotos,
y mis ilusiones perdidas,
pero sigo, buscando un te quiero,
una caricia.
Dicen que Madre no hay mas que una,
y yo, a veces sueño,
y en mis sueños busco la mía.
Recordando la hora de mi partida,
sin un adiós
sin una despedia,
sin un te quiero,
sin una caricia.
Era una mañana helada y fría,
y los pajaritos, anunciaban,
cantando, la llegada del día.
Sin equipaje,
pero con muchos recuerdo,
llenos de dolor, y agonía,
sin un adiós,
sin una despedida,
sin un te quiero,
ni una caricia.
Mucha. P.
María del Carmen Pallas Seijo.