»Duran y Reinals»

Con pena oculta,
yo tus pasillos recurría Duran,
en busca de un consuelo,
y una mano amiga,

Horas tras horas, días, tras días,
como torrentes mis lágrimas,
se despeñaban por mis mejillas,
Duran,
tú, que testigo, eres de mi lucha
alegra-te de mi dicha,
aunque no estoy segura,
de haber ganado la partida,
sigo esperando aquél as de triunfo,
que me salve la vida.

Tiempos pasados,
dulces risas,
en mi alma dejaron huella,
y en mi cuerpo cicatrices,
como, impulso de tanta enfermedad,
las panochas de la vida,
se desgranan día a día.

Y, tan sólo quedan,
el recuerdo,
de los desengaños preñados de la vida,
que avivan los dolores que en mi pecho siento.
ahondando en mis heridas.

Hay canas en mi cabeza,
pobre incurable,
en mi otoñal vida,
sueño que existe la eterna primavera,
cuando por las mañanas,
veo los rayos del día.

María del Carmen Pallas Seijo.

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