Don Francisco de Quevedo, político y cortesano, en los glúteos le salió un grano, por eso escribió el ojo del culo y no el ano, el cortesano caballero, don Francisco de Quevedo.
Criado en buena cuna, y le sonrío la fortuna, apadrinándolo, Osuna, soberbio y amargado en Valladolid ha estudiado, el cortesano caballero, don Francisco de Quevedo.
Un hidalgo caballero, que por no estropearse el cabello, no se ponía sombrero, pero sí se ponía las antiojeras, colgadas de sus olfateras,
Entre lírica y prosa, y va la cosa, con su desparpajo ponía a dios por vano, el hidalgo caballero, de la Orden de Santiago, don Francisco de Quevedo.
En aquella era, hay que dejar bien sentado, con la destreza en la mano, contaba las miserias y virtudes del ojo del culo y no del ano, el político y cortesano, de la Orden de Santiago, don Francisco de Quevedo.
Si en esta vida viviera, volverse a morir quisiera, si ver viera, como nuestros políticos, lideran, la España de nuestra era, como se quedaría el hidalgo caballero, don francisco de Quevedo.
Yo servidora, no tengo destreza ni gloria, pero me ampara, nuestra Constitucción y me acojo, al derecho de la expresión, así se lo hago saber, al cortesano y caballero don Francisco de Quevedo