Corazón, Corazón,
tu, que no entiendes de razones,
y que cieguito te pones,
cuando se trata de amores.
Un ladrón me enamoró,
y prisionera de su amor,
mi corazón quedó,
y el, que que no entiende de razones,
en su celda me metió.
Carcelero, carcelero,
liberarme de esta prisión,
que este corazón mio,
por culpa de un ladrón,
no entiende de razón.
¡Ay! corazón, corazón,
cuanto tormento me dá,
este ladrón,
que por su culpita,
me veo en esta prisión.
Carcelero, carcelero,
liberarme de esta prisión,
que este corazón mío,
no entiende de razón.
Mucha.P.
María del Carmen Pallas Seijo.