Te vi,
allá en la lejanía del horizonte,
y sentí,
tu voz que me nombraba,
y mire, y vi,
aquellos ojitos negros,
que en tu cara relumbraban.
Yo,
que mi soledad paseaba,
veía como dos caminos,
se encontraban.
Era un día de otoño,
cuando a bailar me invitaste,
desde ese momento,
con tu cariño y amor,
la vida me llenaste.
Por eso,
cuando aveces, la nostalgia,
me invade. no dejo de pensar,
en aquellos ojitos negros,
que en tu cara relumbraban,
recordando, aquel horizonte,
lejano, don de sentí tu voz,
que me nombraba.
María del Carmen Pallas Seijo.
Poema reconocido como semi finalista en el Centro de Estudios Poético de Madrid