Debajo de aquellos focos,
en la camilla tendida,
yo, a Dios, encomendaba mi vida,
ignoraba lo que me pasaría,
por que, después de dos décadas,
terror nueva mente sentía.
Todas ellas, de verde vestidas,
y puestas sus mascarillas,
unas con bisturí,
otra con jeringuillas,
y me decían, prepárense ustedes,
que va a empezar la cometida.
Ay! Dios mio, yo decía,
si yo salgo de esta, le escribiré,
una poesía,
Yo,
hoy que he vuelto a la vida,
quiero darles...