Entre almendros,
y olivares,
un domingo de abril,
el canto del ruiseñor,
como me alegra el vivir.
Campo verde, verde campo,
el esplendor de las amapolas,
alegran con su color al agreste.
Flore-citas de primavera,
que al agreste les brindáis,
tanto colorido y amor,
mirar los insectos dorados,
como revolotean al sol.
Entre almendros,
y olivares,
un domingo de abril,
el canto del ruiseñor,
como me alegra el vivir.
Maria del Carmen Pallas Seijo.