Era un dieciocho de abril,
por la mañana temprano,
a la peluquería yo me fui,
para que guapa me pusiera,
y yo así poder presumir.
De regreso a mi casa,
yo presumía contenta,
pero¡
ilusa de mi?
lo que no esperaba,
a recibir una gran sorpresa.
Camino de mi casa,
hay unas escaleras
yo que contenta que iba
presumiendo de mi belleza,
pero aquellas malditas escaleras,
se pusieron celosas de mi belleza,
y en el ultimo escalón,
las puñeteras, me dieron un empujo.