En la lejanía,
sentí una voz,
que me gritaba,
!ya ya¡
y yo he vuelto,
atrás la mirada,
y he visto que era mi Naia.
Aquel diecinueve de julio,
que la cigüeña te trajo,
en mis brazos te cogí,
y mi bendición,
yo te di.
Y el azul cielo de tus ojos ví,
y dije santo dios,
que guapa es mi Naia.
A veces cuando sola pienso,
en tí,
en mi soledad te añoro,
y digo,
cuanto te quiero Naia,
tu yaya.
Mucha P.
María del Carmen Pallas Seijo.